
SHYLOCK VALPARAISO
En el cerro cordillera de Valparaíso, entre el sábado de Gloría y el Domingo de Resurrección, tiene lugar
Precisamente la escena del Juicio a Shylock del acto IV , encaja con el tradicional juicio al Judas que, el año que nos importa, representa a la figura de uno de los monarcas de la dinastía británica de Los Edwards, quien amaza una de las más grandes fortunas en Chile e Iberoamérica a través de la usura y el negocio de la cangalla (trafico de minerales del SXIX en la mina Chañarcillo del norte de Chile),convirtiéndose sin embargo, en uno de los hombres más ricos y de una de las Dinastías más poderosas.
El muñeco que arderá este año representa la figura de Agustín Edwards, el dueño del diario El Mercurio de Valparaíso, quien ha entrado en conflicto, por despido de personal, con la opinión pública, que escarnece de esta manera, los abusos de los poderosos.
Por esta razón Gareth Armstrong después de realizar una obra basada en el Shylock de Shakespeare se volcó a la creación de un espectáculo sobre Judas. Esta nueva visión de los villanos tradicionales de nuestra cultura crea un teatro luminoso y divertido.
SIGUIENDO
Y LUEGO
Gareth Armstrong es un actor escocés que se desempeño con éxito en competir por la hermosa Porcia y conquistar así su corazón y la herencia cuantiosa que el padre de la chica, un comerciante cristiano, le ha dejado en su testamento.
LA PUESTA EN ESCENA
La puesta desarrolla el juego de transformación de un actor y sus máscaras. Máscaras de rginado de Venecia.
Así también Judas es la figura que carga con el peso de la culpa. Y el Actor interpela al público desde la otra orilla de la vida.
PROYECCIÓN de SHYLOCK VALPARAISO
La metáfora; contenida en el título, de un Shylock condenado, que sin embargo Va al Paraíso. Lleva la risa, al ridículo ideal caballeresco de una parte de la sociedad chilena que se piensa a si misma como los ingleses de Sudamérica. Ese Shylock expulsado en el 1200 de Inglaterra y en 1492 de España por los Reyes Católicas y perseguido en los tiempos modernos, es la voz que toca las fibras de muchas minorías avasalladas, sojuzgadas y abusadas. Lo clásico en Shakespeare habla un lenguaje contemporáneo, allí está su extraordinaria vigencia.