UN TEATRO ESCAPISTA QUE HUYE
DEL TEATRO DE EVASION.
by
Andrés Del Bosque
(Manifiesto inspirado por el economista francés Frederick Lordon)
Practicamos un Teatro Escapista a la manera de Houdini. No es
telekinesis o televasión como los eximios artistas de esa Gran Caja de la Magia Negra. Para hacer
escapismo es necesario estar en la trampa. En primer lugar reconocemos haber
caído en la trampa. Somos parte del escándalo y la corrupción que aprietan como
un cepo; el tiempo de nuestras huellas perdidas en el laberinto de la crisis,
tiene los minutos contados. Aprieta el cepo mientras más tratamos de evadirnos.
Corremos como el conejo de Alicia, contra reloj, y vamos en caída libre.
Mientras pensemos que otros nos sacarán del hoyo estaremos perdidos. Vamos a
calmarnos por dios y reconocer que hemos metido la pata hasta el fondo. Tampoco
hemos puesto la trampa, esa fue instalada por un pequeño grupo de cazadores
ociosos, que tanto les da abatir un
elefante como cenar conejo. Estos depredadores expertos en armas, deportistas
de élite, príncipes de las leyes repujados en oro e ingenieros científicos de
la Trampa se merecen todo nuestro respeto, al fin de cuentas , somos nosotros
quienes los hemos llevado hasta ese trono, los hemos elegido, armado y servido . Es justo que seamos su presa. O bien nos comportamos
dignamente como guiso de conejo ibérico, o bien reconocemos el
escándalo, la trampa, sacamos con arte e indignación la pata de conejo del cepo
y como pata de canguro se la estampamos en plena jeta a nuestros verdugos. Con
la elegancia de Houdini desde luego. Pero también con la contundencia de
Spinoza.

Nadie ha dicho que sea fácil. Requiere desde luego una transformación, casi diríamos una conversión. Pero considerando el contorno de patatas fritas que nos rodea vale la pena intentarlo aunque sea lo último que hagamos sobre la mesa, o sobre las tablas. Sobre el escenario, vamos. Traigo a esta mesa a Spinoza porque nos dice que las conversiones intelectuales son totalmente imposibles, puesto que las ideas jamás van a tener efecto por si solas, algunos intelectuales precisamente por ser portadores de ideas llegan a creer que las ideas mueven el mundo, y de este modo no ven que las ideas puras, no han movido nunca nada, excepto cuando son acompañadas y sostenidas por los afectos; los únicos que pueden dotarlas de fuerza. En una atmósfera empobrecida de afectos no saldremos jamás de la madriguera. El Teatro Escapista no es posible si no está amarrado a los afectos. Estamos en una mesa, rodeados de Tartufos con los dientes largos, tenedores y cuchillos, que nos dan riquísimas explicaciones sobre nuestro papel de nutrientes y nuestro destino de mierda.

Hagamos nuestra última función señores, frente a estos hipócritas, vamos a hacerles una escena a estos farsantes de pacotilla. Un escándalo, un teatro que sea una máquina de afectar y que nos permita librarnos de la trampa. Escándalo y trampa son sinónimos. El término proviene del griego skándalon, ‘tropiezo, trampa para hacer caer a alguien’. Y del latín scandalum, con el significado de ‘tropiezo moral, mal ejemplo, ofensa’. Ahí estamos, indignados ante el escándalo de la corrupción. Gritamos que la crisis es una estafa. Sabemos que los medios de comunicación masivos nos comen el coco y pretenden manipularnos. Aullamos como lobos recordando que el hombre es un lobo para el hombre .Los chillidos y el escándalo están bien, si además de llamar la atención, utilizamos nuestra trampa para escapar como Houdini de la trampa. Esa trampa para escapar se llama trampolín. Y es una máquina de catapultar ideas fundidas con afectos.

Es el arte, el Teatro Escapista, quien dispone estructuralmente de todos los medios de afectar, porque se dirige antes que nada al cuerpo, al cual propone inmediatamente afecciones: de imágenes y sonidos. No es que tenga como primera finalidad vehiculizar ideas, pero tiene ganas de decir alguna cosa. Es un hecho que el arte comprometido se ha vuelto ridículo, observándose solo su pesada forma de crear significado con propósitos demasiado deliberados y tendenciosos dentro de una misión y un magisterio penoso. Como un ministerio sin misterio. Se pueden tener todas las objeciones del mundo para el arte que quiere decir, pero cuando estás rodeado de lobos, o dejas claro que hay asuntos sumergidos esperando ser dichos y que tienen imperiosa necesidad de los afectos que los transporten, o te pudres con la vitalidad disminuida del puro análisis y las explicaciones. El Teatro Escapista es un arte político, que vuelve a fluir como el movimiento Fluxus, sacando a flote la naturaleza de la estafa a la que llamamos crisis. Hay que desmontar todo el fraude intelectual en el que nos encontramos entrampados, es una tarea colectiva de titanes y no tenemos las de ganar. La banda de la ingeniería del consentimiento nos lleva mucha ventaja. Las ideas de la Revuelta Permanente tienen necesidad de afectos para dar fruto. ¿Quién se los va a dar? Esas ideas tienen necesidad de ser poderosas, es decir dotadas del poder de afectar, que es la condición necesaria para entrar verdaderamente en las cabezas, es decir dentro de los cuerpos, y allí producir sus efectos. Efectos que serán los movimientos: la aceleración del ritmo cardíaco, la tensión arterial, agitación colérica, eventualmente el despliegue de las piernas, la acción para movilizarlas, la locomoción que hace dirigirse a alguna parte, participar de una reunión, entrar en el local de un grupo y quizás al fin tomar la calle.
Se podrá analizar la crisis financiera en todas sus costuras, refinar los argumentos tanto como se quiera, desmontar los sistemas, exponer su engranaje. Todo eso no valdrá nunca como una imagen bien escogida que haga hervir la sangre, o, como se dice vulgarmente que te golpee en plena jeta. La jeta: el cuerpo.
No solo es necesario decir: la crisis capitalista, es necesario mostrarla, o bien hacerla entender.
Es necesario ahora más que nunca, pues la dominación tiene como aliado el tiempo: el tiempo de la amnesia, aquel de la dislocación que, cortando la ligazón de los efectos y las causas, quiebra dentro de las conciencias, las consecuencias reales de lo sucedido.
¿Quién relacionara en diez años más los suicidios con los desahucios?
¿Quien relaciona la explotación laboral sistemática de centenares de miles de prisioneros políticos republicanos quienes construyeron como auténticos esclavos los proyectos inmobiliarios cuando todavía algunas empresas privadas españolas tenían a su servicio a presos políticos obligados a realizar trabajos forzados para ver reducidas sus fuertes condenas de cárcel?
Quien se acuerda que en el año 2004 el candidato Zapatero decía: “Como tenemos un modelo económico basado en la construcción y en la hipoteca, las familias españolas están hoy más endeudadas que nunca en su historia”. Nadie se acuerda. La doctrina del olvido para favorecer la rapiña de los oportunistas. Cortando los lazos con el pasado bajo el pretexto de no abrir viejas heridas, podemos continuar el enriquecimiento ilegítimo oscureciendo la cadena de causa y efecto. Olvidando el delirio de las finanzas privadas, resulta entonces lógico pensar que: la crisis ha venido de las finanzas públicas. Vivimos un tiempo en que el hábito de la resignación, gracias al encubrimiento de los acaparamientos y rapiñas ordinarias, es el disolvente de todos los escándalos. ¿Acaso el capitalismo no continua resistiendo la indignación extraordinaria que provoca la actual crisis y se mantiene a pesar de todo, dentro de la increíble bancarrota intelectual y moral que debería engullírselo? Pura inercia. Ingeniería del Consentimiento .Conformismo a tope.

Contra esta ventaja de la increíble inercia de la dominación, todos los medios son buenos, todo es apropiado, cine, de ficción o documental, literatura, foto, instalaciones, todos los procedimientos encaminados a montar estas MAQUINAS AFECTANTES, (cadenas de afectos e ideas sintetizadas) sean bienvenidas.
El teatro escapista es una de estas máquinas. Se pueden muy bien aparcar, o echar por la borda las discusiones generales sobre el arte. Que es y que no es el arte. Y expandir el juego subrepticio y sutil de las reivindicaciones dirigidas a transformarse en bufones, para volver a lo esencial: aquí donde unos cuerpos afectan a otros y agregan a un cierto discurso la fuerza extrínseca de los afectos.

El tiempo condensado de la representación reconcentra lo que el tiempo social real había diluido y desmembrado. Este tiempo del drama, restablece dentro de su integridad las consecuencias quebradas, los vínculos perdidos. Repone el conjunto de encadenamientos del escándalo que indigna y les da una nueva densidad. En seguida lo hace visible. Todo es representado de golpe y entonces recogido dentro de la unidad de una idea afectante. Pero la cosa no es posible sino es gracias al poder de impresionar, del movimiento de los afectos teatrales propiamente dichos que actúan como lugarteniente sobre-reales de una realidad que de otra manera escaparía al entendimiento.

En la sociedad del espectáculo como diría Guy Deborde el Gobierno es una gran representación un
teatro con seres delirantes, confinados en un discurso ideológico, donde no se
sabe si los locutores son cínicos o idiotas. Sin saber si ellos fingen creer o
creen verdaderamente. Todos estos son muñecos ventrílocuos no tienen más
carácter que la posición o el interés que ellos representan.
Un Varieté Macabro que se nos presenta en verso con grandes fastos
y música clásica conocida, para así envolver con un discurso de grandes
sentimientos morales, las maniobras más
miserables de las finanzas de capirote. El teatro Escapista debe manejar todos
estos efectos y trucos clásicos para no
ceder completamente a la desesperanza cuando precisamente se ve triunfar
estas maniobras lacerantes y vergonzosas en el teatro de la realidad.
Los amigos del mundo tal cual está, al verlo como va, se divierten
viendo en el ejercicio de la burla de
aquellos que lo escarnecen el signo incontestable de la maravillosa libertad
y vitalidad democrática de esta bien
amada plutocracia, pero es exactamente al revés; pasado un cierto grado de
generalización del cachondeo, el escarnio y la burla debería ser tomado por un síntoma inquietante, de un estado de
deterioro democrático, donde todas las protestas están destinadas a quedar ignoradas, donde todos los mediadores han
dejado de mediatizar y todos los representantes han traicionado la
representación, no quedando más que una masa de gobernados, que en parte
riendo, en parte llorando desesperados y de otra parte burlados lo único que
les queda, es el arma de un último recurso: dar un salto mortal, aterrizar con
la cabeza y renacer de las cenizas, si cabe la resurrección.
La tragedia en nuestros
días es insoportable en coturnos y trajes con pliegues, la tragedia viene a los
hombros de quienes menos lo esperamos:
los bufones y los payasos
Ellos traen de la mano las exigencias irreconciliables. Unen los
estertores del cadáver de la economía con los dolores de parto de un nuevo
modelo de sociedad y sitúan la confrontación ante un destino incierto. No solo
otro mundo es posible. Otro mundo es inminente. El Horizonte del capitalismo
financiero no es trágico. Es simplemente irrisorio y detestable.